Desde hace unas semanas ves que no tiene ganas de nada. Todo lo que le entusiasmaba antes: deporte, el cine, un cafelito o salir, ahora le resulta insustancial. Además está triste, muy triste. Se levanta de la cama a medio día. Ha dejado de arreglarse, come muy poco y es difícil hablar con él porque es absolutamente pesimista.
Estás viendo que la situación te desborda. Por un lado, te sientes impotente porque no sabes qué hacer. Por otro lado, culpable porque no sabes si tu forma de actuar está empeorando el problema. Y finalmente, cansado y aturdido, por el desgaste de energía que supone afrontar el día a día con un familiar con depresión.
Ante esta situación, es frecuente que familiares y amigos de una persona con depresión consulten: ¿Qué debo hacer? ¡Es que no colabora! ¿Es que no pone de su parte?
La depresión desconcierta. No sabes hasta qué punto es un trastorno o es una cuestión de voluntad. Por eso, creo que podrían resultar interesantes algunas pautas para afrontar el fantasma de la depresión cuando entra en nuestra casa.
1.- Cuidado con nuestras creencias. No se trata de un problema de voluntad de la persona. La depresión es una enfermedad que se diagnóstica por un profesional sanitario a partir de unos criterios establecidos. Por eso, no valen los consejos: “Anímate mujer”; “No pienses eso”; “¡Con lo que tú has sido!, ¿es que no vas a poder?”
2.- Conoce sus características: La depresión afecta a las conductas (aislamiento, autocuidado, lentitud, etc.), a las emociones (tristeza, irritabilidad, culpabilidad, sin iniciativa, desesperanza, etc.), a los pensamientos (preocupación, pesimismo, desconcentración, confusión, etc.), y al estado fisiológico (cansancio, sueño, apetito, sexualidad, etc.).
3.- Sigue el tratamiento. Hay tratamientos efectivos para la depresión. Es posible la desaparición completa de síntomas aunque, según determinadas circunstancia también es posible la recaída. Por eso es fundamental la atención temprana y el seguimiento adecuado del tratamiento de la depresión.
4.- Apoyo con cierta distancia. El apoyo del familiar o amigo es fundamental, pero es necesario que se realice sin agobiar, con comprensión y paciencia. La presión puede generar el efecto contrario al que buscamos.
5.- Préstale tu ayuda material, pero de forma incompleta. Nuestro allegado deprimido valorará muy bien nuestra ayuda en cosas como la comida, la ropa o las gestiones. Pero si se lo hacemos todo, reforzaremos su idea de “no sirvo para nada”. Conviene siempre abrir la puerta a su participación más o menos intensa, según el momento.
6.- Motivar con comprensión a la actividad física. Sabiendo que siempre está cansada porque su lucha contra el pesimismo y la falta de energía es diaria, hemos de ofrecerle pequeñas oportunidades de realizar algo de actividad física que ayude a activarla y a romper la trampa de la inactividad (mientras menos hago, menos me apetece).
7.- Escuchar con actitud abierta, con atención y paciencia. Gastar tiempo en escucharle aunque se repita en mensajes derrotistas, sin juzgarle y sin desacreditarle, facilitará que se sienta comprendida y nos abrirá la puerta a presentarle la realidad que no percibe y ofrecerle esperanza.
8.- Reconocerle los pequeños esfuerzos. Hacerle ver que valoramos y manifestamos los esfuerzos que realiza - asearse, comer algo, pasear, poner la lavadora- (por muy insuficientes que nos parezcan) resultará un catalizador de la mejora. Siempre es mejor señalar lo poco que hace bien que recalcar todo lo que no hace o hace mal.
9.- Ante sospechas de ideas de suicidio, preguntar con franqueza y delicadeza. En muchas ocasiones pensamos que preguntar por esto puede estimular esas ideas. Se ha demostrado que hablar abiertamente y con comprensión ayuda a aliviar el sufrimiento, facilita conectar con la persona y previene este tipo de comportamientos.
10.- Cuidarse es una prioridad. Es fácil que aparezca el desgaste, el desaliento, la impotencia y la culpabilidad. El cuidador necesita afrontar su propio sufrimiento. Por eso es clave programar un tiempo para: salir, tomar distancia, evitar el aislamiento, compartir nuestro sufrimiento con amigos o asociaciones o profesionales y evitar abandonar nuestros proyectos vitales.
Espero que estos consejos, que he adaptado de García-Herrera, J., & Nogueras Morillas, E. (2013). Guía de Autoayuda para la Depresión y los Trastornos de Ansiedad, puedan ayudar a lidiar con la depresión de un familiar. En cualquier caso, recuerda que siempre puedes contactar con un profesional para abordar este tipo de situaciones problemáticas
Adaptado de: García-Herrera, J., & Nogueras Morillas, E. (2013). Guía de Autoayuda para la Depresión y los Trastornos de Ansiedad.
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