La adicción a la pornografía es un problema silencioso y creciente en nuestros días.  La extensión de internet ha promovido que el consumo de pornografía tenga como característica la TRIPLE A: accesible, asequible y anónimo. Esto implica que educar en el ámbito afectivo-sexual es un reto para cualquier familia.  Por eso he considerado muy recomendable hacerme eco en este artículo sobre un decálogo que nos propone, en un tono irónico, el doctor Alejandro Villena en su libro “¿POR qué NO? COMO PREVENIR Y AYUDAR EN LA ADICCIÓN A LA PORNOGRAFÍA” de Alienta editorial. Se trata de 10 claves educativas pero en sentido inverso. Errores que podemos cometer si nos dejamos llevar por la cultura dominante. Espero os resulten de interés: 

1. Facilita acceso ilimitado a dispositivos. Dale acceso ilimitado a la tecnología desde el día de su nacimiento. Es nativo digital, no le cortes las alas.

2. La formación en sexualidad, mejor fuera de casa. Deja que sean sus amigos e internet los formadores en materia de sexualidad. Las mejores enseñanzas están fuera de la familia.

3. No le pongas límites. No le enseñes orden, autocontrol ni disciplina. En la sexualidad todo vale. No importa nada más que lo que dicten sus deseos o lo que sienta que está bien.

4. Prohíbe todos sus deseos. Puedes probar el otro extremo. Reprime, niega, prohíbe y restringe todos sus deseos.

5. Avergüénzate de la sexualidad. Actúa siempre con vergüenza ante preguntas o comentarios sobre la sexualidad. Habla de este tema siempre como un tabú o como un chiste.

6. No trabajes su mundo afectivo. No le dejes que busque actividades que le ayuden a regular sus emociones. Mejor que aprenda él solito en su cuarto.

7. Hazle sentir inútil. Esfuérzate porque sienta que no tiene ningún mérito. Infravalora cualquier logro. Esto le ayudará mucho en el desarrollo de una sexualidad compartida.

8.-Evita las actividades en grupo y la socialización. Los amigos son malas influencias que tienen padres extraños. No dejes que salga con sus amigos.

9. Toma distancias. No estés al tanto de sus gustos y preferencias. No conozcas las canciones que escucha, ignora todo sobre sus redes sociales. Ojos que no ven, corazón que no siente.

10. Sobreprotégelo en todo lo que puedas. Sigue las reglas de los “padres helicóptero y los niños burbuja”. No le dejes que se frustre ni un segundo. ¡Pobrecito!